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Habilidades de autonomía personal y social

la observación

yolanda miguel

El médico de familia debe mejorar su habilidad de comunicación con los jóvenes (habilidades de autonomía personal y social)

El médico de familia debe mejorar su habilidad de comunicación con los jóvenes (habilidades de autonomía personal y social)

La adolescencia es un etapa dura, tanto para los jóvenes como para sus padres, caracterizada, fundamentalmente, por los problemas de incomunicación. Los progenitores no comparten los gustos de sus hijos, abominan de su ropa y de su forma de divertirse y no comprenden por qué éstos no les cuentan nada.

Por su parte, los chavales sufren una crisis existencial en este tránsito entre la niñez y la edad adulta, no confían en los mayores, no se atreven a preguntarles sobre los temas que más les preocupan y prefieren compartir sus experiencias, sus dudas y sus problemas con su círculo de amistades, formado por individuos tan jóvenes e inexpertos como ellos.

Ante este panorama es fácil imaginarse las dificultades con las que se topa el médico de familia a la hora de ofrecer una prestación sanitaria óptima a este grupo social que, por regla general, está sano y visita el centro de salud de manera muy puntual por patologías que se resuelven en poco tiempo.

La semFYC ha tomado conciencia de este problema y se ha propuesto manejarlo constituyendo un grupo específico de atención al adolescente. La iniciativa, que actualmente se encuentra en una fase de efervescencia incial poniendo en marcha multitud de proyectos (acercamiento al medio escolar, formación de profesionales, apertura de espacios de comunicación, elaboración de manuales, talleres para padres...), aglutina a nivel nacional la experiencia adquirida al respecto en las diferentes Comunidades Autónomas, algunas, como Cataluña, pioneras en este sentido.


La manera de llevar este barco a buen puerto comienza por tratar de mejorar la entrevista clínica y las habilidades de comunicación entre el facultativo y estos pacientes de perfil tan particular, una asignatura pendiente en la atención sanitaria en general.

Hay que favorecer que el adolescente tome conciencia de que él es el verdadero protagonista de la visita al centro de salud, de que el médico se dirige a él y que se preocupa por sus circunstancias. Por ello, «es un error permitir que los padres hablen por él; a veces es conveniente pedirles que esperen fuera e invitar al chaval a que vuelva más adelante, incluso a solas», aclara López.

Y es que en la mayoría de las ocasiones, las preocupaciones de padres e hijos no van en el mismo sentido. Las drogas, fundamentalmente el cannabis y las pastillas, son el eje central de las tribulaciones de los primeros. «Sin embargo, las crisis existenciales, el no saber qué les pasa, el encontrarse en un estado de ánimo que ellos mismos definen como raro, es mucho más frecuente, causa más angustia en el individuo y suele pasar desapercibido porque se tiende a pensar que ya pasará», continúa López.

Un requisito fundamental es asegurar al chaval una absoluta confidencialidad de todos los temas que se van a tratar dentro de la consulta y que, si es necesario abordar alguna cuestión con la familia, se hará siempre en un ámbito apropiado y sólo si el paciente da su consentimiento. «No debemos tratar de sustituir a los padres ni ser entrometidos; sólo consejeros», explica este experto, ya que eso únicamente propicia el alejamiento del joven.